El rebrote de COVID está dejando mucha destrucción a su paso. Diariamente leo varias esquelas y trato de inmediato de buscar una conexión con los nombres que ahí aparecen. ¿Qué tan cerca o lejos están de mi las personas que están muriendo? Algunos cercanos, otros desconocidos, la realidad es que, como humanidad estamos perdiendo, y por nuestros propios errores.
Al comienzo de esta nueva realidad, supongo que jamás imaginamos el impacto que tendría y lo que cambiaría nuestra vida. Mucho menos las vidas que costaría; siempre había visto noticias de catástrofes desde una perspectiva lejana, cosas que ocurrían en otro hemisferio, en otro mundo. Hoy me toca verlas como a muchos, todos los días, cercanas, puedo escuchar el llanto de personas que se están quedando sin sus seres queridos. Es muy triste.
Mientras tanto, en las calles puede verse gente sin cuidados ni protección, y me pregunto si acaso no han perdido a nadie. Ciertamente no es sorpresa saber que los humanos tenemos cierta medida de irresponsabilidad, supongo que está en nuestra naturaleza, pero esta vez, está de por medio la vida misma.
Y es que no quiero perder la esperanza en que podemos salir bien de esta los que así lo decidamos. Esta vez debemos cambiar un poco nuestra perspectiva de lo que somos y lo que sentimos, es necesario mostrar un poco de empatía por el prójimo. Es muy necesario.
El COVID es un enemigo común, un ente nefasto que vino a arruinar muchos planes y sueños, pero el que por momentos se piense que está ganando la batalla no debe ser motivo de desaliento. Somos una especie que debe demostrar un poder superior a partir del entendimiento de nuestra propia preservación.
Por aquellos que hoy ya no están y por aquellos que seguimos aquí con la esperanza de que el COVID no es más grande que nuestro amor por la vida.
Hasta la próxima reflexión, te dejo un artículo relacionado de hace algunos meses. El virus con corona.